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La oscura verdad de la industria del kpop.

No es un caso aislado, ni gusto reservado para niñas y niñas otaku. El pop coreano mueve montañas y millones: basta ver que durante el 2018 la exitosa banda BTS estuvo en la cumbre del ranking Billboard, que muestra la música más vendida en Estados Unidos.

Si hay una encarnación clara de la perfección según los criterios de éxito capitalista es el pop coreano. Esa industria fue levantada a pulso bajo estrictos estándares de disciplina marcial, en donde el trabajo duro es el valor más importante, al igual que rígidos estándares de conducta y comportamiento moral. Esos últimos factores hoy se caen a pedazos.

Son cuatro cantantes considerados idols los que están involucrados en el caso Burning Sun, el club nocturno que fue hasta hace un tiempo atrás propiedad del exitoso SeungRi de la banda BIGBANG. Entre las acusaciones que cargan se cuenta difusión de pornografía no consentida, apuestas ilegales y soborno a millonarios empresarios usando como moneda de cambios a prostitutas, en un país donde el trabajo sexual es un delito.

Vamos a repasar algunos de los pilares de esta millonaria industria que primero conquistó a Asia completa y hoy crece a pasos agigantados en occidente, mientras su ética, disimulada bajo horas y horas de trabajo duro, es cada día más cuestionada.


Cirugías, entrenamiento y dieta: el decálogo de una estrella del K-Pop


Luego del escándalo que involucró el arresto de Jin-young, la mente detrás de la industria decide que tanto trabajo no puede irse a la basura luego de un error. Por eso, empieza a controlar cada detalle de lo que sucede en la industria, explicitando los pasos necesarios para mantener en la cima a sus artistas. Eso involucra factores musicales, como las progresiones de acordes adecuadas para cada país de Asia, colores de sombras de ojo según la localidad, los gestos indicados para hacer con las manos y – cómo no- los ángulos en que la cámara los enfocará a la hora de hacer videoclips.


Las empresas de talentos como SM Entertainment tienen un camino ya trazado para captar a sus estrellas, que parte con audiciones en diversos lugares donde reclutan a menores de edad que cumplan con los exigentes estándares para ser idols. Una vez escogido el o la artista, se firma un contrato de entre 10 y 13 años (aunque recientemente, el gobierno coreano fijó el plazo máximo en 7 años).

En ese proceso, se hace un trabajo de joyería donde chicos y chicas son separados de sus padres, entrando a academias de alto rendimiento donde nada queda al azar. Severas rutinas de ejercicio, preparación vocal, clases de baile, idiomas y un arduo entrenamiento para aprender a vestirse, hablar o comportarse como una estrella ejemplar se suman a recursos más extremos como los retoques estéticos, donde párpados, narices y mandíbulas son transformados para cumplir con los imposibles estándares de una industria que se alimenta a sí misma.

El estricto criterio de comportamiento llega hasta la vida privada, donde la prohibición de los romances es la arista más liviana. Las duras exigencias de la industria hacia la vida privada de sus idols quedó clara luego del suicidio del cantante Jonghyun, también de SM, que sacó a la luz la forma en que las agencias hacen competir a sus artistas, mientras la sociedad coreana patologiza las enfermedades mentales, juzgando a quienes asumen que necesitan tiempo libre, o tratando de drogadictos a quienes requieren medicación. Los suicidios en la industria no son una excepción.




 
 
 

2 Comments


Pied Pieper
Pied Pieper
May 08, 2020

Lo de las dietas si lo he escuchado, he incluso si he probado algunas.

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Sol Star
Sol Star
May 08, 2020

Desgraciadamente la industria del K-pop es la más tóxica.

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